26 junio, 2014

Gracias



Carlos Martínez y Leganés ya sólo serán sinónimo en el recuerdo, en el corazón, y en la historia. El por qué, de momento no se ha hecho público, pero la decisión de Asier Garitano también ha dejado sin equipo a Valleros, De La Vega, y Fer Ruiz. Si contara con ellos, no se habrían ido de este barco. Otro adiós menos controlable ha sido el de Abel Suárez y Pírez, que se van en la misma dirección en la que vinieron. El Leganés dijo adiós así a seis jugadores en un solo día. Ardió twitter, y es normal. No se suelen digerir fácilmente tantos bocados de un solo trago. 

De lejos la baja más sensible ha sido la de Carlos Martínez. No sé si alguien lo esperaba, pero está claro que nadie quería que ocurriera. Asier nos dejó alguna pista con sus últimas alineaciones en lo que era ya una tendencia, que a pesar de todo, parecía acertada entre las lesiones del de Llerena y los resultados favorables. Ahora el adiós duele para una afición que sabe reconocer la autenticidad del que se despide de un club que no te renueva diciendo que ya se puede morir tranquilo porque ha ascendido a su Lega a Segunda. Y el debate está servido.

La labor de Asier es incuestionable. Un hombre que ha ascendido al Leganés a Segunda, y que bajo el lema de la ‘normalidad’ y la inquietante inexpresividad (quizá fruto de quien sabe que su trabajo no es encariñarse con sus jugadores), esconde una genial personalidad con la que ha hecho un equipo campeón, por mucho que la tabla diga que quedó segundo. Ha sido ascender, y Garitano no ha dejado de ser quien es: el entrenador, creando un nuevo puzzle. Los equipos son así. Cuesta construirlos, y algunas piezas son difíciles de encontrar. Carlos Martínez, para mí, es una de ellas. Su calidad es indudable con una zurda digna de Primera y su buenrollismo es de Campeón del Mundo, de ese tan necesario no sólo en el fútbol, sino en la vida. Queda pensar, por descarte, que su físico es la principal desconfianza de Asier para la temporada que viene. Y hasta con el corazón impregnado en neutralidad cuesta creer que ‘el 7’ no pueda tener, ni siquiera cojo, hueco en un Leganés de Segunda.

La valentía de la decisión del de Vergara me parece tan encomiable como triste e injusta la baja de un jugador en cuyo cuerpo corre sangre blanquiazul. Es entonces cuando uno piensa en el disparate que es el fútbol, y en que a pesar de todo, en esta película no parece haber malos. Quizá sólo haya buenos, y a la vez que toca agradecer eternamente a Carlos tantos domingos de entrega, goles, zurdazos, sonrisas y pasión por el Leganés, haya que hacer lo mismo con Asier por un ascenso histórico. Sólo que, de momento, este principio no nos gusta.

Seguiré digiriendo los bocados.