23 marzo, 2015

El día que el Leganés conquistó Sevilla

Ganar al Betis en Butarque fue una oda al fútbol modesto, pero hacerlo en el Villamarín fue una oda al fútbol. Porque el Leganés dio un baño al Betis que bien podía haber acabado 0-6. Antes de viajar a Sevilla, ni loco imaginaba poder escribir una barbaridad como es la frase anterior. Cuerdo tampoco: "2-1", pronostiqué tirando de sentido común cuando en la tarde del viernes me llamaron de una radio bética para contarles cómo llegaba el Lega. (Betis 1-3 Leganés)
"No nos conformamos con ir al Villamarín, vamos a ir a competir", avisaba Garitano. Porque ya era una fiesta el solo hecho de poder pisar el césped de un campo con tanta historia en Primera. Por eso viajamos trescientos pepineros, para verlo y contarlo, pasase lo que pasase. Claro está que la motivación y la ilusión de ser protagonista a ras de suelo en un templo del fútbol español eran un plus que no había que desperdiciar en jugadores que hace unos meses competían en césped artificial o en pueblos desaparecidos en el mapa. Lo que costaba pensar era que el aviso de Asier iba tan en serio. ¡Y sin delantero! 

Llegaba el autobús del Lega al Villamarín bajo la atenta mirada de cientos de béticos que se concentraron esperando al otro autobús. "¡Garitano, quédate con Chuli! ¡Pa' ti!", decía un hombre con la camiseta del Betis, creo que sin conocimiento de causa. "Ojalá", pensé yo. Más tarde entramos al estadio, y empezó la fiesta. Diamanka volvió a ser ese jugador admirado por el contrario, pese a ver las dos caras de la moneda. Su omnipresencia en el medio campo fue sorprendente. Aparecía siempre, robaba, conducía, pasaba y marcaba. "El gol era legal", reconocía Pepe Mel en rueda de prensa. Pero no subió al marcador porque el colegiado indicó fuera de juego. Los pepineros se tiraban de los pelos, porque el Lega merecía ir ganando. Menos mal que Eraso sacó su clase en forma de pierna para hacerse un autopase y marcar al poco tiempo. Esta vez sí, se podía celebrar. Saqué el móvil y tiré una foto al marcador. Porque no me lo creía.

El Betis no reaccionaba, y la grada estaba fría. Había 29.671 espectadores, pero los pepineros arrinconados en el último anfiteatro se hacían escuchar. El Leganés seguía haciendo méritos para marcar, con llegadas y jugadas dignas de un grande. Estaban a gusto pese a llevar la camiseta visitante. Se sintieron a gusto incluso cuando todo parecía acabarse. "A tomar por culo", dije en voz alta en el minuto 40' cuando el árbitro expulsó a Diamanka por doble amarilla. Garitano pensó cosas mucho peores como bien corroboraba su lenguaje no verbal. Aspavientos por los que también fue expulsado. Fue una decisión rigurosa, pero ya daba igual. Nos habíamos quedado con diez y no habíamos aprovechado las ocasiones de gol cuando aún éramos once. Me temía lo peor antes de que llegara otra sorpresa. Siguiendo con la tónica de la tarde -la de hacer posible lo que parecía imposible-, el Leganés marcó en el 45'. Marc Bertrán puso el 0-2 in-extremis, y el árbitro pitó el descanso en plena celebración pepinera. Fue ahí cuando empecé a creer, pero volví a sacar a el móvil.

El mal día de los locales era evidente. Nos salía todo, y a ellos nada. Un Betis dejado, desordenado, sin ilusión, y sin fútbol que decepcionó a propios y a extraños. Estaba convencido de que íbamos a sufrir en la segunda parte, pero ese pensamiento desapareció al instante. Mientras me entraba la risa tonta, abría los ojos atónito y fruncía el ceño para concienciarme de que lo que me estaba llegando al cerebro no era ninguna alucinación, en el 47', Postigo ponía el 0-3. La defensa bética era un escándalo. Todo en general lo era. Manuel, el compañero bético de VAVEL.com, me decía decepcionado: "vaya baño". No sabía ni qué decirle. La goleada, efectivamente pudo ser mayor, porque con un Betis más volcado arriba, los espacios atrás fueron constantes. La afición bética no perdió la ocasión, y aprovechó para ovacionar al Lega cuando Sergio Prendes fue sustituido. Reconocimiento absoluto a los pepineros, a tu equipo. Pelos de punta. El miedo llegó cuando en el 72' Jorge Molina recortaba distancias, porque al fin y al cabo nosotros no dejábamos de ser el equipo pequeño, y no dejaban de ser ellos los que tenían a casi treinta mil gargantas a su favor. El Betis no fue capaz de marcar otro que quizá hubiera impulsado el espíritu de remontada. La victoria era del Leganés.

Cariacontecido aparecía Pepe Mel en rueda de prensa. "Cambié a Portillo pero tenía que haber quitado a once", o "Si nos hubieran metido 6 no hubiera pasado nada", fueron algunos de los titulares más impactantes. El Leganés había hecho historia, de la que recordaremos con cariño y orgullo dentro de unos años, como quien ve ahora ese resumen del 0-2 en el Vicente Calderón de la temporada 2001/02. Por la noche salimos a celebrar lo que de día era impensable, y los comentarios acerca del partido resonaban entre los bares del Arenal. "Lo siento por el Leganés porque sólo nos habéis metido tres" nos decía un hombre. "El Leganés juega de puta madre", reconocía un sevillista. "El Leganés nos ha dado una paliza", asumía un camarero. Hoy es lunes, y en el fútbol ese 1-3 ya es pasado. Pero con una alegría inmensa podré decir durante el resto de mi vida que yo estuve allí, el día que el Leganés conquistó Sevilla.

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